Las firmas electrónicas avanzadas se enmarcan una tipología de firma que usa tecnología criptográfica de clave pública partiendo de la base de una clave privada custodiada por el firmante en un dispositivo seguro de creación de firma y de un certificado cualificado vinculado a ella.
Estas firmas se pueden realizar, por ejemplo, con el DNIe.
Sin embargo, a pesar de que ya existen más de 40 millones de unidades de DNIe este se utiliza de modo marginal porque se percibe como complejo por los usuarios.
Sin embargo pueden gestionarse firmas electrónicas basadas en técnicas biométricas que conservan evidencias electrónicas que vinculan el documento firmado con rasgos como ma voz o los trazos realizados por un firmante en una tableta digitalizadora.
Estas firmas son compatibles con la nueva legislación sobre firma electrónica como comprobarse en el último borrador del Reglamento europeo – Identificación electrónica y servicios de confianza para las transacciones electrónicas en el mercado interior disponible en la página web del Foro de la Firma Electrónica.
Esta firmas son más sencillas de realizar y pueden resultar idóneas en muchos caso para “despapelizar” procesos, desmaterializando documentos que pueden gestionarse electrónicamente.
La gestión de evidencias electrónicas puede realizarse incluso con modelos híbridos que permiten que un usuario pueda llevarse el documento en papel mientras la entidad lo cutodia electrónicamente.
Y todo ello sin merma de la seguridad jurídica que conviene a ambas partes.
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