Es posible usar la voz para firmar contratos, pero es preciso seguir una serie de recomendaciones para no causar indefensión a los usuarios o firmantes.
La biometría de voz permite establecer parámetros únicos dependientes del locutor que caracterizan a cada persona y que pueden usarse para comprobar (autenticación) si una persona es quien se presume que es (identificación).
Para lograr la firma es necesario añadir un paso más: vincular el documento al firmante de manera única asociando a la autenticación una prueba de la prestación del consentimiento.
Así como las huellas dactilares son únicas en cada persona, también lo es la voz.
Aspectos como el tono, la velocidad y el timbre matizan los “formantes” de la voz, que no dependen de la locución sino del locutor.
Los sistemas actuales permiten determinar que una persona es la identificada incluso en los casos en los que la voz esté afectada por un resfriado. Y también descartar las voces pregrabadas, las de los imitadores, incluso las de esos familiares que aparentan tener “voces iguales”.
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